El inframundo

Este sueño lo tuve la noche anterior a Halloween.
Es de noche, pero está saliendo el sol. Voy bajando por una cuesta de una colina seca y me encuentro a hombre y una chica joven vestidos con trajes raros, negros y con capa. Me piden que me una a ellos. Nos acercamos a un ascensor que hay en medio de las rocas de esa pequeña colina. Entramos en el ascensor e inmediatamente éste sale disparado hacia el cielo. A una velocidad sorprendente, me siento cómodo. Llegamos mucho más alto que las nubes bajas, pero no tan alto como para ver el cielo despejado. Estamos entre dos capas de nubes. A lo lejos del cielo azul puedo observar un tubo de luz roja que atraviesa el cielo en vertical al infinito.
Nos dirigimos a ese rayo de luz roja, como fuego, pero era luz. Miro hacia arriba y sólo veo más que luz sigue hacia el cielo. Pero miro abajo y veo que el otro extremo de ese rayo apunta hacia un volcán en erupción. En ese momento el ascensor deja de moverse y comienza a bajar hacia el volcán. Yo miro a mis compañeros anonadado, diciéndoles que están locos si piensan que sobreviviremos allá abajo. Pero ellos me insisten en que me tranquilice, que sólo es una ilusión óptica.

Lo cierto es que a medida que íbamos bajando la luz roja se veía cada vez menos, y lo que parecía lava se convertía en piedra gris y seca. Llegados abajo del todo me encontraba ante una llanura gris, con un gran agujero delante, como si fuera un cráter abierto. No asomamos abajo y vemos que hay un rio de lava muy al fondo, y un grupo de seres en un saliente muy pequeño en medio del barranco. El hombre mayor les lanza algo y todos caen del saliente y se queman en la lava. Y me sentí aliviado, no sé porqué, sentía que esos seres horrendos eran malos, mis enemigos.

Bajamos por la pared amarrados a cuerdas y arneses hasta llegar a una plataforma de piedra al fondo. De repente nos hallamos ante una especie de ciudad cavernosa llena de pasadizos y cavernas interiores donde parecían vivir esos seres horrendos. Ellos se separaron de mí, debían de buscar esos seres y encargarse de ellos. Yo en cambio debía de ir a por el mayor, el líder.

Me adentré en la guarida de ese ser, que resultó ser una enorme forma horrenda y endemoniada de los pequeños monstruos que antes había visto. No le tenía miedo. Él me lo tenía a mí, él no me esperaba. Le clavé tres puñaladas y cayó al suelo. Aparecieron una docena de pequeños súbditos pero se retiraron con temor de lo que había hecho a su líder. Me fui de aquél lugar en el ascensor de nuevo. Yo solo. Y viajé a los cielos.
 

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