Edificios I

He vivido miles de sueños en toda mi vida, todos muy dispares, algunos volvían. En demasiadas ocasiones se me repetían sueños, algo que me desconcertaba, pues volvía a tener el sueño meses o incluso un año después de que tuviera el primero, pero no se repetía en meses hasta que volvía a tener el eco de ese sueño.

Ahora me dispongo a relatarlos, en este blog recién construido.

Primero narraré el sueño que tuve hace un día puesto que tiene mucha relación con el que tuve anoche que contaré más adelante. En ese sueño tras una visita me disponía a salir de un edificio alto, bajando por las escaleras, no había ascensor. Cuando iba bajando los escalones, normal tranquilidad, no había nadie, estaba desierto. Pero cuando giraba la esquina de la escalera, esta desembocaba en el interior de una casa. De repente, me hallaba en medio de una salita de un hogar desconocido, para el que la única manera de seguir bajando, era saliendo de la casa por la puerta principal y volver al rellano para seguir bajando la escalera.


Bien, hice eso. Salí afuera y continué bajando escalones... pero al llegar al piso de abajo, desemboqué de nuevo en el interior de otra casa, esta vez en la cocina. Intenté repetir el proceso, pero al salir de la cocina me encuentro a una mujer, la propietaria del piso preguntándome quién soy, y qué hago en su casa. Yo intento explicarle la situación, pero como si de un loco ladrón, me insta a salir de su hogar. Y así lo hago.

Me paro en el rellano intentando razonar qué ocurre, pero en seguida me pongo en marcha sabiendo que volverá a ocurrir. Pero en cambio consigo bajar un piso con total normalidad, sin entrar en una casa. Sigo bajando, pero esta vez no tuve tanta suerte. De nuevo en el salón de una casa ajena, me encuentro ante una familia viendo la TV, pero no me han visto. Intento escabullirme de allí sin que me detecten hasta llegar a la puerta, pero está cerrada con llave. Ya es de noche. Las llaves están en la entradita, salgo de allí. Por fin llego a la portería. Hay un ascensor a mi lado, maldigo todo lo maldecible. Me acerco a la puerta para salir, y tras cruzarla, ¿sabéis donde acabo? En mi casa.
 

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