El bosque

El sueño comienza conmigo paseando una tarde, mientras se está poniendo el sol, con un ambiente en penumbra en un parque con columpios quietos, varias personas paseando por la acera de unas calles desiertas, sin coches ni edificios. Sólo un parque y descampados vacíos y un muro a lo lejos de lo que parece ser una escuela con un gran patio.

La gente comienza alejarse de ese lugar, pero yo tomo la dirección opuesta. Voy por una llanura de calles vacías y descampados, más de diez manzanas sin nada, sólo calle y acera. Pero a medida que avanzo van habiendo más árboles por el camino. El número de árboles es cada vez mayor, están mas juntos, es más denso. Finalmente no hay duda, me he metido dentro de un bosque.

Era de verde intenso y extremadamente frondoso el bosque, había árboles en todas las direcciones. Los árboles eran muy altos y delgados. Cada vez estaba más oscuro, se estaba haciendo de noche. Yo comencé a correr con todas mis fuerzas. De repente se volvió totalmente oscuro y yo me detuve en seco. Un juego de luces de colores comenzó rodearme.

Corrí otra vez. Las luces quedaron atrás, pero me hallé enfrente de un lobo. Me miró fijamente a los ojos. Yo le miré a él. Di unos pasos para alejarme de él, y aulló. Se acercó unos pasos a mí y me hizo un gesto con la cabeza para que me retirara. Yo entendí perfectamente lo que me quiso decir: aléjate, este no es buen camino. De hecho, lo más seguro que es él no me hubiese dejado pasar si hubiese insistido.

Giré y tomé otra dirección desde allí. En ese momento me sumí en la más profunda oscuridad. No podía ver ni mis dedos de la mano. Lo único que podía ver era un destello de algo que había a lo lejos en el suelo. Me acerqué para ver qué era y creía que no podía tener más suerte: era una linterna. La cogí, pero en ese momento ví algo que me espantó: el suelo estaba repleto de cucarachas, ciempiés e infinidad de bichos asquerosos. Eso hubiese sido espantoso pero si además contamos con que soy entomofóbico (miedo irracional a los insectos) la cosa era más seria.

Realmente, confieso, que me dio más miedo esos insignificantes bichos que el lobo. Tanto que huí de esa situación con la sensación de que esos insectos me perseguían. Pero algo más me detuvo. Ante mí si abría un círculo bastante grande de llanura, desierto de árboles. En ellos había una especie de seres brillantes blancos que flotaban. Eran como medusas, pero más grandes y alargados. Y fluorescentes.

Intenté acercarme a ellos pero enseguida comprendí que eran peligrosos. Es más, se volvieron violentos, y no me quedó otra que huir, pero huir de ese espantoso bosque. Corrí en la dirección por donde había llegado, no en línea recta, sino de forma algo circular para despistar. Y finalmente conseguí salir de entre los árboles, llegué a un parque. No era de noche, aún no se había puesto el sol y me sentía a salvo. Lo último que hice, fue girarme para comprobar que nada me seguía. Sólo pudo ver unos ojos cristalinos mirándome a través de los árboles de un frondoso y oscuro bosque.
 

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